Lucho, después de trabajar muchos años en una empresa dedicada a brindar servicios de transporte, decidió renunciar y con el dinero de su jugosa liquidación constituyó su propia empresa a la que llamó: “Luchito y sus sueños S.A.C.” Qué tan difícil puede ser manejar una empresa – solía decirse. Él había laborado toda su vida en el sector transporte como operador de carga, pero un amigo de un amigo le había contado que en el sector construcción la rentabilidad era muy atractiva y sin más impulsos que sus sueños se lanzó a la aventura de ser empresario.
Después de muchas compras por aquí, pagos por allá y una bonita oficina con secretaria incluida, faltaba incluir al equipo al Contador. El más baratito, la contabilidad no es muy difícil – se decía. Y como la suerte persigue al principiante, junto a otra empresa llamada “Los arriesgados S.R.L” formaron un consorcio y ganaron una licitación de muchos dígitos.
Luchito no tenía noción de que impuestos se pagaban en el sector construcción ni el cumplimiento de formalidades laborales. Él solo firmaba contratos y cheques, y siempre muy orgulloso del poco impuesto que le hacía pagar su contador. Pasaban los años y para el 2019 “Luchito y sus sueños S.A.C” era Buen Contribuyente. Cierto día llegó comunicado de SUNAT: obligado a presentar la Declaración del Beneficiario Final. Ahora sí estaba asustado. A caja había ingresado mucho dinero de terceros sin sustentos a quienes tenía que rendirle y quienes ejercían influencias en las decisiones de la empresa. Su administrador repetía: tranquilo hombre, yo me encargo. A los días se produce una revuelta laboral en una de las obras. Los empleados contratados por su proveedor exigían el pago de beneficios laborales conforme la Tabla Salarial de Construcción. Luchito ignoraba que, aunque tercerizara servicios era responsable solidario por el pago de los derechos y beneficios laborales y por las obligaciones de seguridad social durante el tiempo que el trabajador estuvo laborando para su proveedor. Y uno se pregunta: cómo hacen las desgracias para ponerse de acuerdo y llegar juntas. Días después llegó la primera fiscalización de SUNAT. Luchito también ignoraba el cumplimiento de los Regímenes Anticipados del IGV: detracciones, percepciones y retenciones y las infracciones que acarrea su omisión; y ni que decir de presentación de Libros Electrónicos y el concepto del Devengo Tributario (cuándo un ingreso genera la obligación de pagar tributos).
¿Qué había pasado con Luchito y sus sueños? Él había creído en: quien arriesga, no gana. El riesgo sin conocimiento del mercado, la debida planificación, establecimiento de lineamientos de acción, proyección y un equipo profesional acorde con las actividades a realizar está destinado al fracaso. Los empresarios modernos se capacitan en temas sobre contabilidad, finanzas, tributación, laboral; y forman un equipo de profesionales que minimizan costos, reducen riesgos, ahorran, aumentan la productividad. Además, realizan estudios y evaluación del control interno, auditorias, establecen comunicación constante con todas las áreas de trabajo; sobre todo pagan impuestos y cumplen las formalidades tributarias que la ley exige.
Y como a Luchito le perseguía la suerte, porque era un hombre muy generoso con sus semejantes (evento social que había, Luchito colaboraba), logró después de muchos años saldar sus deudas. Y después de ensayos y errores aprendió la importancia de la cultura tributaria (cumplir con los deberes y obligaciones tributarias para dormir sin la preocupación de afrontar una fiscalización); a enfocarse en su campo de acción, en lo que conoce y lo que puede hacer bien; a capacitarse en temas empresariales, realizar auditorías para asegurarse que todo marcha eficientemente y a formar un gran equipo de trabajo y que con mejores honorarios siempre es una gran inversión.